[continúa de Relato -parte04-]

Todo esto había sido escuchado por uno de los soldados que montaba guardia en el interior de la sala, al lado de una puerta. Como si ya no tuviera interés en seguir allí, el joven salió y farfulló a los guardas de la entrada:
-¡Joder, qué suerte tenéis! Llevo toda la noche de un lado para otro, "ve a mirar en el almacén", "haz la ronda por el patio"... ¡Ojalá me dejasen vigilando una puerta y pasase ya esta maldita noche!
-Te cambio el puesto -dijo uno de los guardias.
El joven soldado siguió su camino haciendo un gesto cómplice con la mano. Recorrió varios pasillos tranquilamente, saludando a sus compañeros al pasar. Una vez hubo llegado a un despacho fue adonde los guardias permanecían apostados en la puerta.
-No ha habido actividad en la última media hora -dijo uno-. Ni creo que la haya en toda la noche.
-El capitán Rostar es un hombre muy precavido -dijo el joven-, y hace bien porque nunca se sabe con ese tal "Puño Elegante".
-Cierto es -respondió el otro-. Con "Puño Elegante" hay que tener mil ojos.
El joven entró sonriendo. Al poco tiempo salió lívido y nervioso, advirtiendo a los guardias de la puerta.
-¡Dios mío! ¿Cómo ha podido hacerlo sin que os enterarais de nada? Venid a ver esto, !es imposible!
Ambos guardias entraron sintiendo el miedo crecer en su interior, adivinando lo que se les venía encima. Al entrar y quedarse mirando, el joven atizó al más cercano con el pomo de su espada mientras el otro se sorprendía aún más sin saber qué ocurría. De una patada en la cara le hizo trastabillar y antes de que tuviera tiempo de estabilizarse unas manos ágiles le agarraron una pierna para hacerle caer con la base del cráneo sobre una mesa. Sin perder un segundo, el agresor se dirigió a los cajones de dicha mesa de despacho, hallándolos cerrados. Sacó unas ganzúas de su brazal.
-Veamos cuánto me duran tus trampas y cerraduras, gordinflón -dijo relamiéndose con una sonrisa burlona.
En ese momento se acercaba al vano de la puerta otro soldado atraido por el ruido.

De golpe apareció en la sala museo donde se hallaban el capitán y el señor Valthiëca, un soldado agitado y sin resuello. Aferró el uniforme del capitán al tiempo que caía al suelo.
-¡Atención mi capitán! En el ala Oeste hemos tenido una terrible confrontación y hemos logrado reducir al ladrón, ¡se hallaba en el despacho!
El señor Valthiëca palideció al escuchar la noticia, en una mezcla de miedo y alivio.
-Al parecer se hallaba entretenido buscando algo en el escritorio pero un compañero cayo sobre él antes de que pudiera ni levantar la vista. Ahora se encuentra bajo vigilancia atado, amordazado e inconsciente allí mismo, capitán. ¡Lo tenemos!
En la sala hubo gran agitación.
-¡Mi bolsillo mágico! ¿¡Pero cómo es posible!? -gritó el ricachón-. ¿No decía usted que sólo robaba lo que advertía en sus mensajes?
El capitán dudaba. Era cierto que no conocía mucho al respecto del ladrón y que podía haberse equivocado. De hecho hacía dos días que había oído hablar de él en una conversación de taberna más que conveniente... pero no era un hombre que aceptase sus propios errores.
-¡¡Jajajajaja!! -rió como siempre-. Y así es, señor Valthiëca. Estoy seguro de que no tenía ninguna intención de robar otra cosa que no fuera esta estatuilla. Debe de ser una estratagema... ¡Claro! Es el truco más viejo de la historia: el enemigo intenta centrar nuestra atención en otro sitio con una burda mentira y dejarle campo libre para sus fechorías. Pero no lo conseguirá porque no contabas con mi perspicacia, ¿verdad... ¡señor "Puño Elegante"!? -dijo mirando al soldado recién llegado con la espada ya desenvainada. De pronto todos encogieron el esfinter al 25% (restringiendo proporciones), incluído el soldado-. ¿Quién me dice a mí que no eres tú mismo el ladrón haciéndose pasar por uno de mis soldados, y que quieres que nos vayamos todos de la sala para robar tranquilamente la estatuilla?
-Pero capitán... -balbució el soldado-, ¡puede comprobarlo usted mismo!
-Hombre... si es cierto lo que dices habría que comprobarlo... -dijo dubitativo, pero acto seguido se repuso-. ¡JA! No caeré en esa trampa, "Puño Elegante"; quieres que vaya yo mismo a comprobarlo para poder robar la estatuilla, ¿verdad?
-Hombre... -dijo desorientado el muchacho-, puedo ir con usted a comprobarlo pero todos sabemos que esa estatuilla no es más que una imitación y que la auténtica la lleva escondida, no veo por qué querría quedarme aquí para robar una baratija falsificada.
-¡Ajá! Precisamente por eso quieres que vaya contigo, ¡porque quieres robármela!
-Mi capitán -dijo uno de los soldados más cercanos a Rostar, uno de sus hombres de confianza-, pido permiso para ir yo mismo a comprobarlo.
-Está bien -dijo con un ademán-. Y en cuanto a ti... Espero que enviar a mi hombre no formara parte de tus planes -dijo entrecerrando un ojo.


[continuará]
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Hoy ni dibujo ni nada, llevo unos días que más me valdría pasar descansando. Pero eso sí, llevo un tiempo preparando cosas y mañana si nada lo impide (como caer fulminado a la cama cuando vuelva del trabajo) habrá tira.

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